jueves, 10 de marzo de 2011

Se Nos Van Las AntiguasTradiciones Laborales.



La moderna tecnología ahuyentó ciertos trabajos manuales que requerían supremas energías de la tracción sanguínea,verbigracia, los de la construcción de edificios de pisos. Los sigue habiendo, sin duda. Pero las mega hormigoneras , las trascavator que pocean los cimientos, las grúas que elevan bolsas de portland , arenas y pedregullos del suelo al techo cumbrero, las motosierras, las cizayas motrices, etc, han aliviado las tareas.No los riesgos.Ni ciertos trabajos finos sólo capaces de operar por la artesanía casi artística del
buen "finalista".Pongamos, fijar revoques en techos, pisos y paredes con azulejos en baños y cocinas, cañerías, sistemas electricos e hídricos, revestimientos varios.
Todo un acontecimiento que antes fue memorioso, ahora se retrae por la modernidad de la tecnología: echar un hormigón.
Los veteranos colocaban un rama de árbol sobe una columna para comprometer a la "patronal" que al terminar, debía brindarse con un buen asado...y en lo posible, con reservas, que estuviese bien regado por un carlón y abudante pan francés o galleta de campña, dura pero muy rica. Nunca se negaba la retribución del más hermoso y gustoso menú del Uruguay histórico.
Hoy...¿los asados?...bien ¡Gracias!

Las hormigonadas en la època manual constituían un esfuerzo físico importante, pero al fin la beatitud de una fiesta proletaria de comunitaria fraternidad. Tuve la oportunidad de participar en muchísmas de ellas cuando levantàbamos entre el 78 y el 81, con 69 hermanos más de fatigas, voluntades y esperanzas, el complejo COVIANALPA 1 de Mercedes en régimen de Ayuda Mutua, compuesto por 70 viviendas duplex. 70 + 70: 140 hormigonadas.
"¡Material!¡Material":era el grito punzante y guerrero del oficial al peón guardaespalda ubicado muy celoso y fiel en la boca de la hormigonera-trompo, cargada a pura pala y músculos tesoneros e infatigables...que había que terminar lo más pronto posible que las brasas comenzaban a desprenderle al costillar vacuno su aroma persuasivo mientras el buen tinto esperaba, semi escondido al fresquito de los histrionismos condescendientes del agrio Capataz General.
Trepaban los baldes al piso alto en cadenas humanas de manos callosas, unas enguantadas y otros a pura piel directa, sòlo protegidas por viejas costras de tantas otras jornadas pretéritas que pusieron mano aceradas a los equilibristas de los andamios.
 ‎Calle Rodó, en casi comienzo en esquina de la calle Blanes, la que se lanza en cuesta abajo para pasear en el Parque Rdó y luego remojarse un poco en la playa Ramírez.
Albañiles sustituidos por la hormigonera gigante y giratoria montada en un camión, elevan la mezcla garrafera del silo móvil hacia el novicio techo de la casa reformada . Cuando terminen no habrá para ellos el tradicional asado que como rito se cumplía en otros tiempos que se  asumen como romaticismos ya caducos pero inolvidables en las ruedas de los actules masones del SUNCA.



Pobre Charlot. A él le tocó recibir la máquina nueva y se tomó un desconcierto mayúsculo entre engranajes, poleas y correas ferrosas. Para los albañiles de hoy, en Montevideo o en Mercedes, la nuevas maquinarias le han quitado el reclamo de la fuerza extrema a las hormigonadas.Pero ¡ tambièn la rama del arbolito carnívoro! Muchos, pese a la comodidad, añoran la tradición de las proteínas rojas en la rueda común de la hermandad de los masones...de los masones auténticos, la de los que portan vitalmente martillos, niveles y plomadas...no de los otros.... los de iniciaciones dentro de un cajón de muerto,números mágicos presididos por el 3 de los "Hijos de la Viuda" de Hiram del Líbano.

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