lunes, 13 de julio de 2009

Bernardo Steiner, el Condenado Arte Canoro de Seducir Públicos, Aunque Jamás Jurados.

Bernardo Steiner



Esta es la singular historia de Bernardo Steiner, criollito de ancestros austriacos nacido hace 30 años en los pagos de Cardona, Soriano, zona de La Lata Vieja, posta de diligencias cuando aún el ferrocarril no zumbaba sirenas con su sonido vaporoso…que ya no llega más pues los camiones carreteros lo pusieron en el museo de antiguallas.
Se crió en el campo, en plena y cercana Cuchilla del Perdido, por la misteriosa Cueva del Tigre, de cuya toponimia felina ignoro la etimología, aunque seguramente tuvo origen en algún gran susto.
Entre un trote largo hacia la escuela rural y las duras tareas campesinas de la humilde economía familiar en tierras ciertamente hoscas y pétreas, compensó sus esfuerzos con dos dones que Dios le concedió mediante la gran merced de dispensas canoras. Un registro vocal de tenorino y un oído augusto que primero se enamoró con la musicalidad de las orquestas aladas de zorzales y calandrias, arpas del cielo y de los montes nativos,donde la música natural también es combinación de aromas y fragancias.
Luego la vieja radio Clarín, “la criolla para criollos”, que a cada hora par revive en desprolijos discos de vinilo al que, pese a ello, "cada día carta mejor".
Gardel fue su único repertorio. Su Conservatorio musical jamás fue pisado por un maestro ni hubo aula de ladrillos acústicos en la inmensa soledad existencial de la peni llanura pedregosa del sureste sorianense. Todo a cielo abierto, con la caja de resonancia del pampero o de sus calmas montaraces techadas con nubes y sutiles micrófonos en baterías de noches grilleras , cribadas de estrellas lácteas o de las lucecillas de tulipanes y alguna lechuza silbadora y desafiante , alarma abierta y fugaz de algún alma en pena que cruzaba la lejanía.
Quienes le escuchaban quedaban catequizados por los arpegios del gauchito.
Se fue animando y la ciudad se deleitó de inmediato tras la sorpresa inicial con las canciones criollas tan reminiscentes del primer Gardel o las más filosóficas en la etapa con el brasileño Alfredo Le Pera. Unas y otras fueron pasajes convocantes a cien invitaciones, concursos, castings y otras evaluaciones de diversos tonos. Incluso editó un C.D. con el gran Hilario Pérez en guitarra que es una perla discográfica. En cada caso una analogía: el público se sentía y siente cautivado, dominado durante la actuación por el silencio absoluto para que no escape un bemol a la audición deliciosamente contemplativa de la prodigiosa garganta sin arenas y a la sensibilidad placentera que irradia Bernardo.
Anduve muchas veces con él y con su guitarrero Petete Morales acompañándolos . Siempre lo mismo: Público seducido y jurados con la misma censora tijera en ristre para cortar el rico paño, traído del reino de Ofir.-“Este chico es extraordinario…pero…bla bla bla”... .Siempre faltando un vintén para llegar al real.
Anoche en la televisión montevideana, la misma estampa. Maxi y Eunice abundaron en elogios que, sumados, fueron más y mejores que los alcanzados hacia sus ocasionales antagonistas. Al llegar el conteo final, lo reiterado en anteriores sucesos… ¡Fuera! Casi empató con un meritorio muchacho cuya virtud era imitar perros, cotorras y gatos. Y perdió con la globalización de la lengua extraña y los contorneos foráneos en líneas verticales…después de la consabida oratoria tribunalicia , un intento excusable de las virtudes interpretativas que posee el derrotado paisanito de la Cueva ‘el Tigre, en la remota Cuchilla del Perdido, Soriano, muy cerca de donde, también, se inventó la fábula del Abrazo del Monzón.

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