martes, 23 de junio de 2009

Más Alegatos Contra la Visión Menguante del Charruísmo.

Carlos E. de Mello
El 19 de abril de 2009 el Dr.Julio María Sanguinetti en la página editorial del Diario El País de Montevideo firmó un artículo donde pretendió invalidar el gran y auténtico mito nacional sobre la nación charrúa.
Pocas fueron las refutaciones. En lo personal aprecié la leída en ECOS, un importante espacio de Correo de Lectores del mencionado diario, firmado por el Sr.Carlos de Mello , ciudadano de Rivera, con el que coincidé plenamente mientras, en simultaneidad, intentaba también refutar, lo que conseguí pese a mi ansiedad ante varios días de silencio en
www.montevideo.com. Ya por entonces había reiterado mi acción a otros medios y por supuesto incorporé la respuesta espejo en mi www.charo-charadas.blogspot.com. del 28 de abril de 2009.
El Sr.Carlos de Mello retoma el asunto y lo aplaudo:
Opinión (Tomado con autorización explicita, mencionado la fuente, de “Revista Digital de Rivera”, a.s.s.)
La “antropolítica”, o política del hombre.

*Los charrúas y la función del mito. *Los partidos políticos y la identidad nacional (I), por Carlos E. de Mello.
Más que generar una polémica que se renueva todos los años por estas fechas, la percepción de los uruguayos acerca de la de la masacre de los charrúas en Salsipuedes, el 11 de abril de 1831, parece estar indicando una cierta temperatura universal en materia de la percepción de los derechos humanos.
Probablemente estemos ante un estado de toma de conciencia planetaria de los crímenes cometidos por la humanidad, en nombre del orden; de la libertad o de la civilización; de dios o del rey. Tanto es así, que las recientes presiones internacionales que ha tenido el gobierno uruguayo en materia de derechos humanos, -entre otros aspectos más conocidos- han determinado una declaración de la cancillería reconociendo que en los orígenes de la República, hubo un genocidio. En efecto, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, recomendó al Estado uruguayo la adopción de medidas tendientes a terminar con la desigualdad sufrida por las mujeres, la elaboración de un plan nacional de lucha contra la discriminación de indígenas y descendientes africanos y adoptar medidas para evitar la explotación sexual de menores.. “La recomendación en cuanto a la creación de un plan de lucha contra la discriminación racial fue propuesto por Argelia, con el apoyo de Sudáfrica, Bolivia y Guatemala. El canciller Fernández aprovechó la oportunidad para reconocer que “en los inicios de nuestra República los indios de mi país sufrieron un genocidio”, en relación a los aborígenes charrúas exterminados a mediados del siglo XIX, según informó ayer AFP” Diario La República, 12 de mayo de 2009.Entonces el tema de Salsipuedes se inscribe en un panorama mucho más amplio y más universal que el limitado escenario de las ideologías político-partidarias y la historia de esta pequeña región del mundo. De pronto los temas que se hallaban en los confines de la política (los problemas del sentido de la vida humana, la vida y la muerte de los individuos, la vida y la muerte de la especie) pasan a ser núcleo. El carácter planetario y antropológico de la política es el resultado de esta toma de conciencia. Al decir de Morin, estamos ante el nacimiento de una antropolítica, o política del hombre. Y en el núcleo trágico de Salsipuedes, se plantea –entre otros- un problema de identidad. Más allá de la obviedad que el etnocidio charrúa es parte de un plan generalizado de exterminio de los aborígenes americanos a lo largo y ancho del continente, está claro que el mito charrúa forma parte de la identidad de los uruguayos. Más allá de que nuestra civilización occidental y cristiana es europea y nuestra cultura ancestral y nuestra toponimia son básicamente guaraníticas, los charrúas exterminados también lo son y el mito sobrevive. Y más allá de saber cuantos eran los charrúas cuando llegaron los colonizadores y si efectivamente tenían una gramática descifrable hoy en día (datos que debe darnos, y nos está dando la ciencia) no hay duda que el mito existe. Y mal que le pese al Dr. Sanguinetti que lo ve como una involución, no solamente existe, sino que interpela fuertemente a la historia en nuestros días. Y la historia es contundente y da respuestas. Vamos a obviar a los autores que señalamos extensamente en los números anteriores.Como lo dice con prístina claridad Ana Ribeiro en su prólogo a Los tiempos de Artigas. Tomo 1. El estallido revolucionario. El País. 1999: “La historia siempre concluye en el presente, al que busca explicar y desentrañar. Es por lo tanto un género de continua reescritura, por el que cada grupo humano hurga en sus orígenes para comprender su tiempo. En nuestros libros de historia esa tarea ha girado en torno a tres temas fundamentales y recurrentes: Artigas, la nacionalidad y los partidos políticos. (subrayado nuestro) Bajo todos sus aspectos y con interrogantes siempre renovados, esos temas vuelven una y otra vez a jugar un rol identificatorio del ser uruguayo.”Es por eso que Sanguinetti -que no es ajeno a esta realidad- busca desviar del rol identificatorio del ser uruguayo a los charrúas, diciendo que “hoy a dos siglos casi de existencia independiente, parecería llegada la hora que la historia supere al mito, pero lamentablemente, como en tantas otras cosas, venimos involucionando”. (Diario El País. 19 de abril de 2009).Y más adelante dice Ana Ribeiro: “¿Pero qué es un mito? ¿Hay un juicio de valor o de función al señalar que Artigas –que es indisociable de los charrúas (aclaración nuestra)- es una figura mitológica de nuestra historia? Un mito es un relato ejemplar que tiene la función de desarrollar la conciencia y la identidad colectivas. Su encumbramiento, su valor, su caída y su muerte dicen acerca de las edades del país que hizo de él su héroe.”O como más allá de nuestra cultura, nos dice Edgar Morin: “Las representaciones, símbolos, mitos, ideas están englobadas a la vez por nociones de cultura y noosfera…Desde el punto de vista de la noosfera, son entidades hechas de sustancia espiritual y dotadas de cierta existencia. Surgidas de las interacciones mismas que tejen la cultura de una sociedad, la noosfera emerge como una realidad objetiva, que dispone de una relativa autonomía y está poblada de entidades que vamos a denominar “seres del espíritu”. (El Método. Las ideas. Ed. Cátedra, 1992.Según la visión de Lévi Strauss, uno de los estudiosos más influyentes del mito, a todo mito lo caracterizan tres atributos: Trata de una pregunta existencial referente a la creación de la tierra, la muerte, el nacimiento y similares. Está constituido por contrarios irreconciliables, creación contra destrucción, vida contra muerte…etc. y proporciona la reconciliación de esos polos para conjurar nuestra angustia. Entonces, el mito charrúa más que ningún otro mito, instalado entre el nacimiento de nuestra República independiente y la culminación de la masacre de cientos de miles de seres humanos que eran los legítimos dueños de estas tierras, viene a conjurar de alguna manera esta angustia existencial de una nación que nació en plena crisis de identidad: ¿orientales o uruguayos? La primer crisis fundante de nuestra identidad, implicó negociar los olvidos. Hubo que desplazar en sus comienzos de la memoria colectiva, la revolución multiétnica de Artigas. En nuestros días, ya redimensionada la figura del prócer, la producción historiográfica parece no satisfacer aún las demandas de la sociedad. Entonces se producen estas polémicas. Quizá el surgimiento en el ámbito académico de otras visiones del pasado sean una respuesta a esa demanda. Al relato histórico tradicional se le vienen sumando los aportes de J.P. Barrán, o de Caetano y Rilla, por ejemplo. O los aportes a la historia reciente como lo de Alvaro Rico con documentos recién rescatados de los archivos de la dictadura. El hecho es que seguramente se está procesando un nuevo relato de nuestra historia, que deberá surgir del debate, y de las diferentes formas de ver la nación, para adaptarlo a una realidad cambiante.Las vertientes son también interdisciplinarias, y como señala Carlos Demassi (Revista de estudios interdisciplinarios fcu, Nº 9. 1999) los aportes de otras disciplinas como la arqueología, ponen en evidencia las fallas del relato tradicional y agregan nuevos datos para incluir desde nuevas perspectivas a los indígenas en nuestra historiografía. La antropolítica no puede dejar de lado este episodio trágico, pues de por si, ya no nos pertenece en exclusiva. Es también historia universal.Carlos E. de Mello

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