lunes, 10 de diciembre de 2007

La Charada de las Dudas Presidenciales.






- "Pare la mano Uruguay"
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Así nos dejó Cristina, anonadados

El Presidente de los uruguayos, legitimizado por un régimen representativo democrático, fue ofendido en territorio extranjero cuando allí se hallaba invitado, en honor a su rango, para un acto político conyugal en el que asumía como Presidenta de la Argentina la Sra Cristina Fernández, esposa del Sr.Néstor Kirchner que, a su vez, dejaba el sillón de Rivadavia . Un no muy común pasaje del bastón de mando entre republicanos príncipes consortes.
La mujer agradeció la presencia del Uruguay con el que Argentina mantiene un contencioso que generará una sentencia del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, tiempo de las calendas griegas.
Agregó la señora que excluiría gestos que rozaran la fraternidad entre los dos pueblos en acción que aprecié donosa. Pero, de repente, relampagueó la farinera de la voz detrás del virginal vestido blanco quinceañero:
…-en un juicio en el que la Argentina no puede ser la imputada de violación de Tratados…expresó la bonaerense al mundo de las comunicaciones internacionales y al testimonio presencial sumado del resto de presidentes y embajadores continentales.
Con ordinariez de ciruela del tipo español de las denominadas chabacanas, así se dirigió a su invitado, el que calló, creemos, su ira interior por razones de educación y en aras de la estrategia reculativa del silencio viril.
¿Compartible la actitud del Dr.Tabaré Vázquez?
¿Debió ser alma gemela del Sr.Juan Carlos Borbón, Jefe del estado español cuando en Santiago de Chile le espetó a su desbocado par de Venezuela Hugo Chávez un imperativo”¡¿Por qué no te callas?!” que recorrió iracundo para unos y jocundo para otros el planeta?
No eran las mismas circunstancias, aunque se comulgaba el lenguaje de la agresión común tanto antes como detrás de los Andes. En Chile, la Presidenta Bachellet era la anfitriona y el conato fue entre dos de sus huéspedes. En Buenos Aires, la propia dueña de casa fue la hereje y el visitante el sentenciado, sin parlante posibilidad defensiva.
¿Debió ser “Ni me callo ni me voy”al estilo de Herrera? Otra vez las circunstancias eran diferentes pues el dicho del político blanco sólo comprometía a compatriotas en suelo propio. Vázquez calló.¿Debió levantarse e irse? Quizás… ¿Fue más fuerte el protocolo imperante de las normas diplomáticas, propias de la vida civilizada creadas para controlar la incivilidad de algunas testas embastonadas , que el con libertad no ofender ni temer y tomarse ipso facto las valijas de Villa Diego en el primer Buquebus o helicóptero remise.?
Maldita Buenos Aires, en tiempo mínimo un reciente ex Presidente fue llorando a pedir perdón bajo la mirada socarrona de su igual argentino. Ahora, otra ofensa, aunque disculpable porque pese a ser un lugar común para estos casos, encierra sabiduría de siglos expresar que no ofende quien quiere sino quien puede frente a lo que debió soportar el Presidente de los orientales del río Uruguay. Habrá que ser de futuro tan sigilosos como los ofidios, símbolos de la Medicina, pues, recuérdese, que toda ofensa consentida genera siempre una nueva y mayor.
-¿Y Ud. Charo que hubiera hecho? , me pregunta impertinente mi Otro Yo.
-A nadie le importa lo que yo hubiese hecho, empezando porque no era mía la decisión, no me represento más que a mi mismo y por ende no le interesa nada mi opinión a la comunidad políticamente organizada. Intrascendente. No existe.Pero, sin embargo la integro en tanto ciudadano, y lo de la Sra. Fernández me dolió fuerte como uruguayo. Me solidaricé intuitiva y racionalmente con mi Presidente, el Dr. Tabaré Vázquez por el mal momento pasado con el dicterio de la dama que, seguramente, también alcanzó a tres millones de orientales más.
Ahora, por lo menos, ya sabemos cúal es la calidad de los bueyes que nos quieren arar desde el otro lado de la quinta, pese a que la Historia nos chista memorística antiguas prepotencias puesto el dedo índice en el párpado inferior , estirado hacia el pómulo. Que la sorpresa no nos tome, otra vez, desprevenidos e ingenuos.

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