lunes, 17 de septiembre de 2007

"Patrón" Curti, el uruguayo que más tierras conquistó para el Uruguay en el siglo XX.

"Patrón"Curti y su fiel pichicho, raza"perro", pero ninguno mejor por más brillanter pedigrí que tuviese.

El hogar isleño, con fundación de tanques flotadores pues las crecientes se vienen y no anuncian en el río de llanura. Una se lo llevó del todo y su espíritu suspira por siempre en los montes de sauces y pitangas del río Negro.Supo conversar con Dios y con Proserpina, la Diosa Primavera.
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No lo conocimos personalmente, solo por cuitas y por los testimonios que dejó el artista fotógrafo Armando López Acosta, pero su vida y patriótica acción fue tan folclórica, como romántica y valiosa.
Su nombre: Curti, o su apellido, porque su nombre se nos ha perdido como él mismo cuando, tal su costumbre, salió a enfrentar aquella creciente del río Negro. De ello, ya varios años.
Curti
, de los Curti de Mercedes, raza que ha dado a la comunidad, músicos, médicos, transportistas, docentes y comerciantes de proba actuación social.
El viejo Hum venía bravo y con furia de invierno, lomo encrespado, llevándose a su amigo, cuestión de tenerlo para toda la eternidad que los dos eran uno. El entierro fue en la propia canoa y el cadáver entregado a los hombres muy poco después en la playa ribereña. Pero el alma quedó en las aguas y en la floresta del paisaje natural que tanto quiso y amó Curti.
Se ha dicho que en varios aspectos los uruguayos hacemos un altanero y provocativo desprecio a los dones y a la riqueza que se nos ha concedido graciosamente por merced no sé de quién. Ni el modernismo ecológico, hecho Ciencia curricular, modificó conductas. El caso de las islas del río Negro, el propio efluvio, constituyen un ejemplo del pernicioso lujo que estrecheces actuales -y de antes- hacen inadmisible de sostener con libretos mimográficos de actores distraídos.
Para colmo existe una relación inversamente proporcional entre lo que se extrae de las aguas y nuestros días. Cada día más el cauce permanece, junto a sus costas, ocioso como generador de riquezas, a excepción de las represas que construyeron pretéritamente las Dictaduras. Ni arboricultura , ni industrias extractivas, ni pesca, ni leña, ni turismo, ni camping - pese a que estos dos últimos temas mitifican propósitos jamás cumplidos adornando discursos mentirosos-seducen el interés de los mercedario. Apenas acaso el sílice que a pulmón extraen paleando los ancestrales "Chino"López y, a motor, Silva, Viurrarena y la trágica “María Rosa “ de la Intendencia, mucho del cual Botnia transformó en las gigantescas estructuras de cemento armado de sus conflictivas torres y recintos portuarios.
Sin embargo Curti- ex anónimo funcionario de la Dirección Forestal -quizás la mejor excusa que encontró para vivir en simbiosis con la naturaleza, descifró como pocos todo el enigmático abecedario cósmico del universo del caudal, cuidando las islas sin materialistas afanes contractuales. Vida sencilla y frugal. Profunda. A lo Diógenes.
En la denominada “El Pichón”montó su vivienda sobre tanques para escaparle a inesperados repuntes y ainda mais. Con el machete combatió las malignas ponzoñas de víboras , alimañas y otros depredadores bìpedos. Plantó árboles marcando presencia humana en ese paisaje de vigorosa y desordenada fecundad silvestre.
Con pasión primigenia aprendió geografía sin ir a la cátedra de Chebataroff, Giufra y Di Leoni. Comprendió (¿y quién no comprende a un amigo?) las características de río de penillanura y de aluvión agrícola del Negro.¡Bello río! Pero había que hermosearlo con más escenarios edénicos y más trinos, tal se embellece una novia con flores y caricias.
Obstaba para ello ubicar un incipiente y espontáneo banquito de arena; plantar allí un pie de sauce criollo ....y luego, luego esperar y celar con vigilias.. Las raíces del llorón o del criollo aglutinaban la arena y en su lucha por la vida, el arbolito arraigaba más arena, más hojas, más oxígeno para el laboratorio clorofiliano, principio esencial de la Creación. El río quitaba sedes y arrimaba más y más montículos y energías. Así nacía, en el lapso entre dos veranos, una nueva isla! Es decir, más territorio para la República!
Curti no fue soldado ni diplomático, pero seguramente fue el oriental que en siglo XX agregó más superficie a la soberanía nacional.
Cantidad de islas aparecieron ante la hazaña generatriz del fluvial enamorado.
Pasaba meses sin retornar a Mercedes. Un mate, un perro fiel, las ínsulas, y una inolvidable solidaridad social hacia los viajeros el agua, argentinos o uruguayos, constituían el sagrado transcurrir de sus prósperos y nobles días.
Resulta difícil para quienes tenemos hábitos de mecanizada y artificial ciudad, comprender vivencialmente hasta dónde llega el caracú de estas existencias, propiedad de un raro privilegio de poder absorber en universal identidad el gozo de la Libertad , posesión total e intransferible de lo personal, integrado con lo que nos rodea desde el alma y desde las cosas germinales.
Curti tiene que haber conocido a Dios, hablado con él, en el paraíso de los bendecidos bucles humeños.
Curti murió como tenía que haber muerto. Las islas son el impar epitafio de sus legendarias horas.¿Murió? ¿O también suspira como dijera el poeta en la sonrisa hídrica y vegetal del Dios Padre y de la salvaje Primavera?

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