miércoles, 28 de marzo de 2007

La infame Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay del Mariscal Francisco Solano López

LOS “SOCIOS” DE AYER, NOS PATOTEAN HOY; Y AQUEL “ENEMIGO” ES NUESTRO ACTUAL COMPAÑERO DE DESVENTURAS

El 1º.de marzo de 1870 cayó en Cerro Corá junto a su pueblo, el Mariscal Fco.Solano López, héroe de América, vencido, pero no humillado, por las fuerzas conjuntas de la “Triple Alianza” (Argentina, Brasil, Uruguay) y las sordideces imperiales de las islas anglosajonas. Cesó ese día infausto la heroica resistencia de la nación guaraní que pretendió configurar, sin ataduras, su destino de etnia libre en lucha desigual.
Mariscal Francisco Solano López y General Bartolome Mitre
Muere el Cnel. León de Palleja, valiente oriental entre todos losvalientes.

"Llora llora urataú / en lasa ramas del yatay / ya no existe el Paraguay / donde nací como tú. (Carlos Guido Spano)
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Los ganadores, otra vez, “vencieron pero no convencieron”. Y el genocidio dejó hondas cicatrices de dolor en la conciencia de los beligerantes
El Paraguay de la segunda mitad del siglo XIX estaba tan poblado como la Argentina o el Uruguay. El gobierno personalísimo de la familia López era tiránico, pero suavizado el término en la versión pragmática de los antiguos helenos. Su tono fue progresista, primero de la mano de Carlos y luego de su hijo Francisco Solano.
Sin mediatizar la soberanía introdujeron con orgullo vanguardista la tecnología europea de perfil germano, época en que los franceses e ingleses lanzaban sus zarpazos imperiales mediante personeros locatarios del expansionismo político-mercantil.
El monopolio estadual de los López hacía innecesaria la gestión de intermediarios lugareños de sucursales transatlánticas, como así no ocurría en Río, Buenos Aires ni Montevideo.
La riqueza se distribuía entre pequeños y medianos propietarios. La nación toda gozaba de estimables grados de prosperidad, siempre superiores a los otros países de la región, muy anarquizados y empobrecidos por guerras civiles y deudas.
Cónsules, grandes comerciantes y banqueros de los países limítrofes, comenzaron a preocuparse por el camino propio que la tierra mediterránea buscaba y oteaba dignamente.
Comenzó a urdirse la indigna trama con actores selectos en lo que dio en llamarse “Triple Alianza” constituida por la Argentina mitrista, el Brasil Imperial de Pedo II y el gobierno chinchorro del Gral.Venancio Flores que debía pagar los compromisos internacionales que lo habían llevado al Poder .Y como siempre, entre bambalinas, England.
Los aliados afilaron sus garras cinco años antes en Paysandú (1865) sobre el cadáver de la ciudad y de Leandro con sus guapos, épica leyenda de los orientales libres defensores de las leyes y del nacionalismo terruñero.
Francisco Solano, embajador de su padre en Europa, había aprendido geopolíticamente que un Uruguay independiente era condición imprescindible para no quedar el Paraguay embretado entre sus gigantescos vecinos que podían bloquear a su albedrío las hidrovias, corazón del cerno sudamericano y acceso a Asunción.. Problema que todavía padece Bolivia en su meditarreneidad. De ahí las razones del intento de pactos entre el presidente Bernardo Prudencio Berro, y aún muy antes con ministros del Presidente Gral. Manuel Oribe en los albores de la patria constitucional. Los diplomáticos fracasaron porque la geografía impuso el precio de la distancia, y el Brasil y Argentina sus estrategias divisionistas.
El afán civilizador de Francisco López se asentó sobre el montaje de fábricas especialmente alemanas (todavía Confederación Germánica) y en el envío de jóvenes paraguayos para capacitarse en diversas actividades que, al regreso, serían los amplificadores de una tecnología aquí ignorada. Sabía además que ello aparejaría una guerra inminente y, pese a ello, no quiso sacrificar desmedidas erogaciones de recursos genuinos en armas. Confiaba, antes que en el parque militar, en el viejo y ancestral coraje de los hombres nacidos en la Guarania, equilibrando las fortalezas de los complotados.
Estuvo, a medias, errado .Ningún paraguayo lo defraudó. Pero la ganancia exponencial de la notoria superioridad armamentista y enemigos, le resultó fatalmente desequilibrante.
-“Muero con mi Patria!”, fue el adiós postrero del grande hombre, muerto a lanzazos y a tiro de gracia. Los ultrajes del cuerpo, como a Leandro cinco años antes en Paysandú, denuncian la inferioridad moral de los vencedores y la superioridad ética del ajusticiado.
Antes de la finalización de la guerra, los uruguayos regresaron a Montevideo pues con sangre propia y ajena quedó saldada la triste componenda. Del Paraguay consumido- no quedaron prácticamente hombres jóvenes y adultos- vino, además, el cólera, que hizo estragos por ejemplo en Mercedes, con muertos que están, algunos, en el segundo cuerpo del Cementerio, ahora a reconstruir y relocalizar los restos según lo ha decidido la IMS con apoyo del Centro de Investigaciones Históricas de Soriano.
En 1883, a trece años de los degradantes sucesos, el gobierno nacional de Máximo Santos devolvió al Paraguay los trofeos de guerra obtenidos en el campo de batalla, gesto reivindicatorio que honró al país .La Argentina lo hizo mucho después, preocupada ahora por recuperar sus símbolos quitados por los ingleses en Las Malvinas, sus ex camaradas en la “Guerra del Paraguay” . El Brasil muy recientemente lo hizo y, mientras tanto, los usaba en los desfiles de gala de su ejército imperial, luego republicano.¡Vaya con la “gloria”castrense!
Hoy otra vez argentinos y brasileños nos dragonean. El “mitrista” Kirchner quiere que le pidamos permiso para levantar una fábrica de sulfuros en la Agraciada. Lula, heredero de Pedro II, viene a decirnos que también hay que pedirle permiso con el otro señor Presidente, si queremos los uruguayos firmar un TLC. ¡No se les afloje un geme en la cincha! A su vez, seguimos simpatizando con el Paraguay, pese a todo…Lo necesitamos, como nos necesita él a nosotros, sus hermanos de la patria donde fue a sufrir en silencio penas y traiciones don José, durante treinta años, hasta su ingreso definitivo en la Inmortalidad.

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