viernes, 30 de marzo de 2007

EL HONOR PARA LOS VIVIENTES,LA MEMORIA PARA LOS IDOS ,LA JUSTICIA PARA LOS CULPABLES Y LA ETICA PERIODÍSTICA PARA LOS CRONISTAS


El autor

Al amanecer del anterior 04 de julio, la pequeña comunidad de Mercedes de 40 mil habitantes sufrió el estremecimiento de un triple crimen que acabó con la vida de toda una familia de reconocido aprecio en la capital de Soriano, poco menos que ejecutada con armas de fuego disparadas con maligna precisión.
No recordaban los anales policíacos algo similar por la insania, las dificultades técnicas de obtener preliminares pruebas periciales y las de establecer las causas del móvil, dada la higiénica consumación criminalística con que se operó la infamia, cargada hasta de cierto sadismo.
El hecho, tan inusual en la crónica policial, tuvo repercusión nacional y movilizó a los medios de prensa.
Rápidamente los investigadores comenzaron con lo suyo .Una familia de arraigo fue investigada y su domicilio allanado, como el de familiares. Sin éxito.
Antecedentes de crímenes relativamente recientes aún sin develar y otro más a pocos días del que nos ocupa con proyectil también alojado en la cabeza, la opinión pública se exhibía dubitativa en la ecuación excluyente de si se trataba del denotado aumento real de la delincuencia o si era una contingencia virtual de connotada “sensación térmica”en materia de inseguridad e indefensión. Por las propias características del fúnebre suceso, Mercedes se integró anonadada a una laberíntica superposición de actitudes y reacciones. Debutaron las costumbristas e importadas marchas del silencio. Los procedimientos profesionales de los detectives se intensificaron mientras la prensa lugareña recogía múltiples hipótesis y marcaba cierta tendencia subjetiva de sospechas hacia el primer ciudadano convocado en averiguaciones, integrante de la familia sobre la que habían caído las maliciosas suposiciones iniciales.
A un mes y una semana del drama, la Policía encontró al responsable que no figuraba en ningún padrón filiatorio de los fornidos anticipos públicos.
Ya está procesado el homicida remitido a la cárcel como confeso. También está en su hogar la familia agredida y sus tribulaciones…que todos imaginan, que nadie asimilará en introyección existencial pues son intransferibles para quien haya padecido la agresión. Sola, sola con su actual silencio y pesar por el menoscabo, crecido y creciente en las rotativas y micrófonos del julio cruel y del agosto liberador, acreedora de pérfida imputación social que no se pagará muy fácilmente con seudos apoyos, posteriores al advenimiento de la verdad, titular de una deuda invasiva con inocentes.

Es el periodismo la actividad informativa de públicos sucesos que toma postura sobre temas de actualidad, o los que se reflotan por analogías que viajan en el tiempo, transformándoles en noticias. La propia heterogeneidad de la vida social determina que a esta definición inicial, se agreguen objetivos no sólo de difusión, también de opinión y recreación, sustentadas generalmente en pautas de financiación por publicidad comercial y propaganda política.
Pero más allá de esos objetivos operacionales, le corresponde al periodismo la finalidad, meta esquiva e ideal a alcanzar, de ser un comunicador en términos de libertad del pensamiento y de expresión cuando se actúa dentro de una sociedad democrática, subsidiaria de estratificaciones muy afines a pluralismos ideológicos adjuntos al deber ser . En regímenes absolutistas, tales condicionamientos no son necesarios porque los problemas vienen ya resueltos sin la intervención del pueblo soberano, marginado por el tirano.
La mera mención del “deber ser” nos introduce en el terreno de la Etica y de la Moral, conceptos cercanos aunque no necesariamente sinónimos. La Moral es el conjunto de valores referidos a lo que es bueno y recomendable. La Etica, en tanto, es el intento racional de fundamentar la Moral como fenómeno o “ethos”, es decir, poseer filosóficamente la conciencia de lo que hacemos.
En forma ligera podemos enjuiciar a una persona desde un diario o radio como “corrupto” juzgando entonces su moralidad. En el grato encanto de buscar la primicia, el raiting y la inmediatez de la noticia, pasamos por alto controles de veracidad, sea en el hecho acusador, en la credibilidad de las fuentes proveedoras de la información, o en el sentido de oportunidad, procediendo sin conciencia. De tal manera se vulnera de la Ética el capítulo deontológico de la profesión periodística.
Las consideraciones precedentes tienen todas una dimensión de general recibo. Que incluso admiten formalidades orientadoras y cognitivas potenciadas para crear o recrear verdaderos Códigos de Etica que actúan como alarmas personalizadas, advirtiendo sobre procederes elusivos en peripecias noticiosas de toda hora y tiempos. La concesión intimista de un segundo de reflexión es un imperativo de conciencia para analizar entre las consecuencias que emanan del proyecto de información, asegurándole un camino de excelencias. Por el contrario, con la meditación encofrada en ausencia, los tránsitos hacia el error se ambientan y cultivan con fertilidad juicios de inmoralidades, anemizando de sangrados el podium de la Verdad.
No obstante esa categoría de pensamientos apriorísticos en la conducta, requiere la mayor sensibilidad y disposición crítica del periodista cuando actúa en pequeñas comunidades donde la estratificación social agrupa o separa a las personas según situaciones concordantes de prestigio, debilidad, poder económico, edad, sexualidad, religiosidad. Insufla así valores agregados a las presuntas y potencialmente discutibles fases de la llamada objetividad periodística. Es que las relaciones interpersonales son más próximas y vivenciales en el “cara a cara” de la cotidianeidad, en las cercandanzas geográficas, en los usos, hábitos y costumbres que, todo ello, si bien genera solidaridades, también por un principio de física que se puede extrapolar y llevar a la sociología de las vecindades no metropolitanas, determina que por cada “acción” sobrevenga probablemente una “reacción”, sea del signo que sea. Jamás una pasividad de neutralidad.
No en vano el gran pensador nacional Carlos Vaz Ferreira en su “Moral para Intelectuales” ubica al periodismo como una actividad que lleva intrínseca una inmoralidad sin concluir que se deba prescindir de su ejercicio. Al contrario: lo estimaba como una insustituible necesidad benéfica para la sociedad, pero con una cuota de mal que debe ser preceptivamente acotada, anulada, empobrecida.
Claro, hacía referencias a que la coercitiva realidad fomenta la opiniología con el efecto de necedad al pretender saber todo de todo, vista la mecánica del instrumento catalizando la suba de los índices de riesgo rumbo a equívocos y falacias. Desde Sócrates en adelante ya sabemos cúales son los males que traen ciertas formas gemelas de la pedantería hueca para que, en definitiva, siempre termina siendo el más sabio quien es conciente de sus ignorancias y limitaciones.
La actitud ignorante- estratégica o no; ignorancia, no más que eso- es propicia a divulgarerrores que hieren trayectorias. Bienvenidas las corteses disculpas si acaso sobrevienen pero ¿qué certezas existen que el desagravio será escuchado (o leído) por todos los que en la primera instancia advirtieron el ataque afrentoso? ¿Siempre existen predisposiciones para rectificaciones cuando se teme al planchazo que lastima la vulnerabilidad de la credibilidad? Todos estos temas morales y éticos, exponencialmente son más densos en comunidades medianas que en paisajes capitalinos. La multitud marcha más rápido a costa de sus sorderas. Por lo menos asimila con rispideces menores los decibeles del exabrupto.
En un medio como el Interior del país, nativo de una situación histórico demográfica que concentró recursos educacionales de mayor valor cuantitativo en la metrópolis, las exigencias de un comunicador que esté aferrado al paradigma cognitivo es un bien a estimular con la expectativa que se transforme en un animador de vocaciones éticamente bien configuradas. Los hay, afortunadamente. Sacrificados promotores para que el sistema inmunológico cultural tenga mejores respuestas frente a ciertas patologías comunicacionales.
Hemos anotado, no obstante, dentro de esas renuencias, el uso equivocado de la comunicación interactiva por intermedio de descontroladas , abusivas y libertinas expresiones con salida al aire radiofónico sin los filtros del caso, de forma tal que el anonimato acrecienta las indecorosas apostasías de sus mensajes , muchas veces infamantes hacia quienes desconocen la autoría del dicterio ni tienen, menos, la oportunidad de la contra réplica en tiempo psicológico y formas presenciales acompasadas con la simultaneidad de las ofensas.
En los diarios existe el paralelismo análogo en ese tipo de columnas tituladas “Se Afirma”, “Se Piensa”, etc., que ponen en boca de Don Nadie afirmaciones agraviantes y culposas, formateadas con sutiles perfiles de identificación y pistas capciosas hacia el acusado. La misma sutileza inhibe al eventual agredido a requerir explicaciones y defender su honra frente a los artilugios de la capciosidad artesanal de ciertos plumíferos y parlantes.
El periodista, según posea una entrenada conciencia ética, carga con aprensiones. ¿Informa de un corte de OSE para que toda la gente acumule ansiosa el líquido y las reservas se agoten artificialmente ya con el desperfecto previamente controlado? De tal forma, a veces, mejor que “informar” resulta socialmente “no informar” si uno previamente se contactó con las autoridades del ente para saber posibilismos y probabilismos del accidente y su superación. ¿Es bueno propalar “encuestas” sin que ellas cubran las sapientes metodologías cientistas de la investigación en demoscopía? ¿Alecciona quedarse en un reportaje sin re-preguntar y en el silencio dejar la impresión de aceptación? No hay que olvidar que de dos opiniones de igual contenido, siempre se aclimata mejor dentro del nicho de la recepción, la que se expresa con el prestigio e impregnación de una voz microfonada o en letras de imprenta. En el caso, el periodista autointerdicto podría representar como interpósita persona las secretas y desconocidas voces de las disidencias. En escenarios urbanos no siempre se estila presentarse enancado en ecuanimidades por razones de estratificación, ataduras de roles y de estatus sociales, muy influyentes en las venturas y desventuras de vecindades medianas o pequeñas:Investigar asuntos vinculares a derechos y deberes personales poniendo en evidencia lo oculto que en eso consiste la investigación. Bueno es escapar -sin ser los Fausto que venden el alma al diablo por ocasional sentido de supervivencia en la dura lucha de las subsistencia material- a las eventuales presiones de los anunciantes cuando no siempre es delito ceder a la necesidad, si de por medio se pretende, secuencial y gradualmente, mejorar la colectividad que se forma, informa y nutre ocios positivos desde esos atalayas de la Libertad que son, y deben ser, los medio de prensa. Pero ¿es ético algún quantum de un ocasional renunciamiento tácito a cuenta de un bien mayor y posterior? Actuamos como Diógenes, el Cínico, y sólo le pedimos como favor a Alejandro que magno nos lo ofrece, sólo le reclamamos que se corra hacia un costado para no privarnos del acariciador sol de primavera. O de repente como Ortega y Gasset, siendo nosotros algo, pero mucho también de marionetas, obligadas por las circunstancias de un piolín, que mueve nuestras extremidades y que no sabemos dónde està.
La Etica propone al periodista paisano como un mitológico Hércules, ciertos trabajos pesados.
¿Quién defiende a los muertos que, al decir del poeta popular, “cúan sólos y fríos están”? Pocos. Hasta sus memorias se marchitan al igual que las resecas flores de los nichos desprolijos junto a la enmohecida placa de bronce donde se juró con letras de molde que jamás habría olvido. El caso no merece ningún reproche si el juramentado ya está por siempre en el campo santo con su adorado. La fúnebre omisión recordatoria es excusable y genera inimputabilidad. Por estos días mucho se habla sobre sobrevivientes y finados. El tema de los vivos pertenece a la biología, a la sociología o la crónica policial y a todo arte y ciencia que trate de vivezas
Cuando ingresamos en el terreno de los obituarios, el asunto atañe al trascendentalismo religioso y mucho a la Historia y al Derecho Penal. Excluyamos de la cancha reflexiva a la teología y sus teogonías .Quedémosno sólo y exclusivamente con la Ciencia Social de Clío, adjunta con la idea que lo de un instante atrás ya es histórico, tanto la momia de Tutankamón, hijo de Amenofis y de la bella Nefertiti, como la prisión de Gavazzo y del Pajarito. La muerte no suele tener abogados defensores, o es difícil encontrarlos, como le pasó al procesado de Mercedes, que muy vivo está.
Sin embargo Ud. escucha, lee o televé, que el opinante desprevenido, dice y afirma con aire filosófico, recordando la actuación de un muerto en un capítulo crucial de lo que fue su vida pública terrenal, “Fulano en aquel suceso de su país se equivocó...”…”de haber estado Mengano hubiese”….y todavía lo remata con un sorprendente “Yo, en lo personal, habría “...
¡Eso es materia prima para el género Ensayo!.No otra cosa. O aún para una novela histórica cuando nadie, en la libre interpretación de los hechos, exigirá la dote. Menos documentar párrafos o citas. Es lo que hace Dan Brown en “Angeles y demonios” y “El Código da Vinci”.No es religión. No es historia. Es novela y, por ende, ficciòn. Al norteamericano le importó un comino saber a ciencia cierta si María de Magdala era o no la esposa de Jesús de Nazareth, dicho sea de paso, de Belén. Ni tampoco al novelista de la conocida película sobre “Jesús de Montreal”, si el padre del crucificado en el Gólgota era el legionario romano Ben Iesu de la Pantera según lo pronuncia y deja al carpintero como putativo.
La Historia no tiene pretensiones de predecir el presente pròximo ni el futuro pues no son ellas sus finalidades ni objetivos, sino preparar mejor la capacidad del Ser para elegir según albedrío la comprensión de los hechos pretéritos, a la luz o a la sombra, regulando interpretaciones para sus actuales desafíos con el complemento de lo sensitivo, lo intelectual y lo volitivo .Para profecías, Nostradamus, todos los horoscoperos y la fauna universal de tahúres, mentirosos y adivinos que en la memoria quepan.
Se trata de comprender y no de juzgar. ¿Y a quièn? ¿Al fallecido que no puede defenderse? ¿Podemos reconstruir el pasado con la repitencia de un laboratorio donde mil, dos mil veces, se puede reiterar el fenómeno de la ebullición del agua? ¿Volver en una fantástica máquina de Julio Verne al pasado y describirlo en vivo y en directo? ¿Estamos en posesión de toda la información auténtica, veraz, confiable, verificable? ¿En qué medida nos liberamos de nuestros conceptos y prejuicios actuales creyendo que, junto a los mismos, portamos vademecum el instrumento idóneo, sabueso del ayer para ir al pasado suponiendo que incorporará otras formas de tomar definiciones, disímiles de las contemporáneas?
¿Quién puede presumir con exactitud de responder a interrogantes sin abrir cautelosos créditos al beneficio de las incertidumbres? ¿Por qué Aníbal Barca, el genial general cartaginés con la Roma republicana a su disposición , y Aparicio Saravia en 1904, en parecida situación frente a Montevideo, respectivamente, no toman la presa urbana , dándole la espalda en un sorpresivo cambio de rumbo?¿Se equivocó Wilson Ferreira Alduante cuando respaldó la Ley de Caducidad y ofreció Gobernabilidad en los meses inmediatos a la deflacción de la Dictadura del 73 ? ¿Hay falsía en aquellos que defendiendo un programa político desde la oposición, cuando llegan al Gobierno, desvían o postergan algunos contenidos, muy referenciales para sus victoriosos adherentes? ¿Qué decimos de José Pedro Varela y de Luis Alberto de Herrera cuando acompañaron a Lorenzo Latorre y a Gabriel Terra en sendas dictaduras? Otros ejemplos testimonian las dificultades de tropezar , antes que el “connaître” (nacer con …la verdad) en la trampa de la flácil “doxa” , la griega “opinión”). ¿Son de recibo las recíprocas respuestas que Aparicio (blanco) y su hermano Basilicio (colorado) se cruzaban en célebres cartas duras y fraternas, plena Revolución de 1897, cada cual justificando la razón de su divisa? ¿Einstein, Fermi, etc., merecen censura por haber trabajado en la bomba atómica que se arrojó sobre Hiroshima y Nagasaki? ¿Hitler es hijo de sus “papàs” o de quienes le permitieron desde el extranjero el goloso Pacto de Munich para encantamiento el apetito nazi, y aún los millones y millones de alemanes que en elecciones libres lo transformaron en Canciller y Führer del Reich? ¿Se equivocó Marx en sus pronósticos dialécticos y recibió la cuota parte del cascotazo que partió del Muro de Berlín y de la Perestroiska y de la Glasnost de Gorbachov?
No es fácil responder. Menos gracias tiene sí, con las cartas sobre la mesa, resultados a la vista, y ninguna sentencia a cumplir ante la eventualidad del error, jugarnos alegremente a ser las pitonisas del Dios Apolo en Delfos.
No siempre es bueno desandar la Historia juzgando muertos, y aún vivos, ligeramente, reescribiéndola, pretendiendo estar posesos por el alma del semiólogo Champollion en la pícara astucia que los sucesos se descifren como jeroglíficos faraónicos, siguiendo el código de “nuestra idea” con altos riesgos de deformar, pervertir, tergiversar, la conducta y comportamiento de aquel o aquellos que en su momento tomaron responsabilidades mayores, trepando trenes de cercanías. Ello no supone creer que no se pueda hacer Historia. No. Sólo que hay que tomar riesgos de control.
Es muy halagüeño para la auto estima en una conferencia exhibir sabidurías, vanas si el tiempo las ilegitimiza .Total, quizás nadie, luego, nos pedirá cuenta .
Ya lo dijo el gran Maestro: “No juzguéis para no ser juzgados con la misma vara”. Es bueno contener la necesidad de hacerlo sin diferenciar, a veces, si de muertos o de vivos se trata.
Sí, comprender. Con la comprensión, tenemos una luz. A veces con ingenuo potencial de luciérnaga frente a la complejidad del mundo actual, la de nuestros apremios, sorpresas, y de la creciente “dictadura del silencio” que alaba la Información como principal tecnología. Menos mal que queda…para unos, Dios…para otros, la Libertad. La cuestión es devolverle a Pandora los huéspedes de su Caja, fugados hace tanto tiempo ya.(2006)

No hay comentarios: